Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

miércoles, 7 de junio de 2017

De celebración

Hoy me ha comunicado mi editor que va a sacar una nueva edición de mi libro "El pijama mágico" así que, para celebrarlo, hoy voy a compartir un nuevo fragmento de su segunda parte, que aún no tiene título pero lleva buena marcha y espero que esté terminada para el verano. Valga esta entrada pues para despertaros la curiosidad por el nuevo libro y de paso para que quienes no tengáis todavía el primero aprovechéis la nueva edición para pedírselo a vuestro librero habitual (y si no lo tiene que lo solicite a la editorial, que todo problema tiene su solución)

Sin más os dejo con el nuevo fragmento:

Aquella noche, sin embargo, Esther volvió a tener uno de sus sueños. No le había vuelto a pasar desde que conocieron por fin a su tataratatarabuela, ni siquiera con su pijama mágico. A la mañana siguiente se despertó algo asustada y confusa sobre los detalles del sueño pero con las ideas mucho más claras sobre lo que había ocurrido. Y enseguida le contó a su hermana lo que recordaba: un dragón llegaba volando y se colaba en su habitación rugiendo y echando llamaradas por sus ardientes fauces. Estaba muy enfadado y no hacía más que gritar que le habían robado lo suyo y que a cambio quería el libro. Después todo se volvía confuso por el humo del fuego que empezaba a prender por todo el cuarto. De repente era la bruja la que aparecía de la nada y le decía a Esther que no se preocupara por las amenazas del dragón, que no podía hacerles ningún daño, pero que tuvieran buen cuidado de que el libro no cayera en manos de nadie, incluso si para eso debían utilizar la pirámide.
Las dos hermanas pasaron un buen rato discutiendo sobre lo que todo aquello podía significar. ¿Debían viajar en el tiempo para ocultar el libro? Pero estaban convencidas de haber encontrado un buen escondite. ¿Hasta dónde conocería el ladrón sus hábitos? ¿Era posible que las hubiera seguido el sábado hasta la tienda? Si sospechaba que podían haberlo ocultado allí no le sería tan difícil descubrir el escondrijo… con lo seguras que estaban ellas de haberlo hecho bien... ahora ya no sabían qué hacer. Si al menos pudieran consultarlo con su tataratatarabuela…  
Decidieron salir con su perro, llevarlo cerca de la tienda por si él detectaba algún peligro. No era una opción muy segura, pero tampoco se les ocurría nada mejor por el momento. Pensaron que volver al sótano de la tienda para sacar el libro sería más sospechoso que no hacer nada.

Así, se pusieron calzado cómodo y salieron con Dog a dar uno de esos largos paseos que tanto le gustaban. Con las orejas de punta y el rabo moviéndose a toda velocidad en señal de felicidad, Dog las fue llevando por donde se le ocurrió, aunque como era un perro muy listo, a las primeras indicaciones de las niñas ya fue capaz de intuir por donde querían ir y lo que esperaban de él. Las llevó pues, dando algún que otro rodeo por los parques de su preferencia, hacia la tienda. No se acercó demasiado pero sí se entretuvo en la plaza de enfrente, olisqueando aquí y allá. No era un comportamiento que pudiera llamar la atención de nadie, desde luego, pero con eso se aseguró de que no había pasado por allí la misma persona que había irrumpido en el dormitorio de sus amitas. Satisfecho con su inspección, tiró de la correa para seguir con su paseo, ahora ya libre de toda obligación.

 El libro pues estaba seguro, al menos de momento. Durante la caminata, sin embargo, las niñas no dejaron de estar inquietas y comentar una y otra vez el sueño de Esther, aunque no fueron capaces de llegar a ninguna conclusión. Tendrían que esperar acontecimientos…

No hay comentarios:

Seguidores