Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

viernes, 7 de abril de 2017

Fuerza de voluntad

Mira que de normal no gasto mucho yo de eso, pero ayer sí que hice un auténtico ejercicio de fuerza de voluntad. Llegué a casa y, cosa rara, estaba sóla. Tenía todavía un ratito hasta la hora de cambiarme de ropa para ir a correr y, aunque no me hubieran faltado cosas por hacer, decidí aprovechar la tranquilidad de la casa para tumbarme un ratito en el sofá y verme una serie corta en Netflix. Mala idea, supongo. Acabó la serie y sí, tocaba levantarse, cambiarse de ropa y salir hacia el lugar de la quedada. ¿Sabéis lo del angelito y el demonio uno en cada hombro? pues ahí andaban los míos, echando un pulso sobre mi cabeza.

Os podéis imaginar ¿no?

D: no seas tooontaaa, que estás sola en casa, con lo raro que es eso, aprovecha y quédate viendo tu serie favorita sin que nadie te moleste.
A: ¡que nooo! ¡que tienes que ir a entrenar! que a ver cómo te haces luego si no la 10k, recuerda lo que te dice siempre Sergio, que si no haces los tres días no mejoras...

En fín, ahí andaban los dos en sus cosas mientras yo, no me preguntéis cómo, conseguí aislarme de su lucha y ponerme en modo automático. Era curioso, me estaba poniendo la ropa de deporte y pensando. "No sé para qué me visto, si no voy a ir, me voy a quedar viendo series"... pero me seguía vistiendo. "Las excusas no queman calorías", "10km son muchos kilómetros y no estás preparada, no te puedes permitir saltarte entrenamientos", "vuélvete al sofá que un día es un día", "¿has hecho los tres días?" y a lo que me dí cuenta ya estaba atándome las zapatillas. "Aún estás a tiempo, quédate en casa"... llave en la cerradura...

Una vez en la calle ya no hay vuelta atrás. Bueno sí, aún reconozco que estaba llegando al lugar donde habíamos quedado y pensando en darme media vuelta del perezón que llevaba encima. Pero seguí caminando en modo automático. Una vez que me juntara con las chicas sí que ya estaría a salvo de tentaciones, mis naranjitas ya no me dejarían escaquearme. ¡Conseguido!

No sé si no habría hecho mejor quedándome en casa, ¡madre qué paliza de entrenamiento! pero lo de siempre, da mucha pereza antes, lo sufres un poco durante, pero ¡te sientes genial después! así que, bien superada esa pereza, y para el sábado más y mejor y es que, como dice Peter Magill:


"Nadie nace siendo un corredor perfecto. Y ninguno de nosotros se convierte en uno. Pero a medida que sumamos escalones, nos convertimos en mejores corredores. Y esa es la belleza de nuestro deporte: no hay atajos, nadie nos regala nada; ganamos cada kilómetro y ganamos cada resultado."

No hay comentarios:

Seguidores