Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

jueves, 8 de enero de 2015

¿Vuelta al hogar?



Leía hace unos días en la pelu, en la revista Marie Claire, un artículo que me llamó la atención. "Añoranza doméstica" se llamaba. Reflexionaba sobre el reciente boom de los blogs de (cito textualmente) "maternidad, manualidades, recetas y plácida vida hogareña" que según el artículo triunfan entre las mujeres profesionales y, aparentemente estresadas. No es mi caso, la verdad, antes aún seguía blogs, y no precisamente de este tipo, pero ahora ya ni eso. Apenas sigo cuando puedo alguno especialmente querido y desde luego no voy a empezar ahora con temáticas nuevas pero aún así me alegra haber descubierto, buscando información para este post, a la autora de "Bizcocho de chocolate"

Confieso que cuando leí el artículo me quedé algo sorprendida. Refleja una realidad que me temo que me queda muy lejana. Tanto la de esas lectoras que envidian la supuestamente relajada vida familiar de las blogueras como las propias blogueras que describe. Ya me conocéis, qué os voy a contar. Me gusta disfrutar de mi casa y de mi familia, por supuesto, pero soy lo más alejado que hay de un ama de casa tradicional, con todos mis respetos hacia quienes escogen esa opción, sean hombres o mujeres, que también los papás tienen derecho a ser amos de su hogar y ocuparse de sus hijos. Para gustos colores. Yo ya sabéis que volví a trabajar parcialmente a las 6 semanas de cada uno de mis partos y me gustó hacerlo (sobre todo que fuera parcialmente, no voy a negarlo, una transición suave entre estar todo el día con un bebé y el mundo real se agradece) En muy raras ocasiones, y muy mal día he tenido que llevar, he llegado a pensar que ojalá pudiera dejar de trabajar. Detesto casi todas las tareas domésticas y soy un desastre con las manualidades. Esta moda del DIY me atrae y me repele a partes iguales (me atrae porque no lo negaré, me gustaría ser capaz de hacer tantas cosas bonitas pero luego no encuentro el momento de ponerme a ello ni tendría paciencia para hacerlas en caso de encontrarlo, por no hablar de que el resultado distaría mucho del objetivo) Me gusta mi trabajo y me gusta la sensación de tener mil cosas por hacer. Me cunde mucho más el tiempo con un puntito de estrés y duermo mucho más a gusto si he estado ocupada todo el día que cuando me queda la sensación de no haber aprovechado el tiempo. Todo forma parte de un conjunto, supongo. También me estresa la vida en el pueblo y tolero Zaragoza y su tamaño medio (y su cercanía a Madrid y Barcelona) pero soy bicho de gran urbe. Mi ciudad ideal siempre ha sido París (sí, para vivir, no sólo de turismo) y sospecho que el día que descubra Nueva York mi corazón quedará dividido para siempre entre las dos ciudades.

¿Y a qué venía todo esto? ah, sí, a lo lejos que me sentía de esa realidad reflejada en el artículo. Aún con todo puedo comprender por supuesto que haya mujeres a las que parezca envidiable. Cada una tenemos una tipología distinta y menos mal, ¿os imagináis un mundo lleno de personas todas iguales? A pesar de todo ello, o precisamente por eso, me ha alegrado leer el punto de vista de una de las blogueras citadas a la que curiosamente también sorprendió el enfoque del artículo. Os invito a leerla aquí.

Al final yo creo que todo se reduce a una cuestión de equilibrio y, por supuesto, de conocernos a nosotras mismas. Ni deberíamos tratar de hacerlo todo ni podemos dejarnos influir por lo que se supone que debemos ser o hacer. Hay cosas que hay que hacer sí o sí, como las tareas domésticas (a no ser que puedas pagar suficiente servicio doméstico como para no tener que hacer nada, claro) pero salvo que vivas sóla en tu casa no hay ningún motivo para que sea responsabilidad exclusiva tuya. Cocinar en vez de comprar precocinados es muy recomendable pero tampoco imperativo. Pasar el tiempo con nuestros hijos por supuesto que es fabuloso, pero hay mil maneras de hacerlo, si nos empeñamos en hacer con ellos cosas que no nos gustan, nos habremos cargado el objetivo de divertirnos juntos (que no quiere decir que no haya que hacer un esfuerzo de vez en cuando para jugar a sus cosas) En definitiva, creo que es importante saber con qué disfrutamos más y no empeñarnos en hacer todo lo que otros hacen. Yo por ejemplo no sufro nada por no hacer manualidades con mis hijos (y alguna me ha tocado hacer, claro) pero me encanta cocinar, leer o hacer deporte con ellos. También disfruto de un día tranquilo en casa pero me apasiona mi trabajo (con sus más y sus menos) y no sueño con dejarlo para ocuparme de mi hogar. Como mucho con que me toquen los euromillones pero para poder plantearme mi vida laboral de otra manera.

¿Y vosotras? ¿Sufrís de añoranza doméstica?





1 comentario:

Elena-Z dijo...

Yo sufro total y absoluta añoranza doméstica. Pero en realidad... de lo que siento añoranza es de una vida un poquito más tranquila, menos estresada. He gritado a los cuatro vientos que yo sería feliz siendo una marujilla, un ama de casa clásica, como lo fue mi madre. O un amo de casa como lo es ahora mi marido, del que me muero de envidia, para qué lo voy a negar. Pero el otro dia hablando de qué haría si me tocara el gordo de la loteria (soñar es gratis, no me ha tocado ni un triste reintegro...) me sorprendí a mí misma diciendo que si me tocara un gordo gordo o mejor una supermegaloto de esas que hace que los directores de banco de repente se acuerden de tu nombre... no dejaría de trabajar. QUe lo haría a media jornada, o a ratos, o seleccionando clientes concretos, o áreas muy determinadas de trabajo, de modo que no tuviera que trabajar al trote que trabajo ahora... pero que yo no podría dejar de trabajar... que me aburriría...jajajja...

Asi que más que añoranza doméstica, tengo añoranza de una vida... humana.

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