Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

jueves, 26 de junio de 2014

Tarta de queso

Dice Ana Milán en su libro "Sexo en Milán" que "No se cocina jamás para alguien a quien se odia", es más, aún añade que "Cuando cocinamos para alguien es porque le queremos, queremos quererlo, o porque cabe la posibilidad de que le queramos"

No puedo estar más de acuerdo pero es que claro, hay tantas formas de querer... me acordaba yo de esta frase el otro día cuando me dió la neura de ponerme a cocinar para dos cosas: una era la fiesta "de fin de curso" de Speaknic. Cada uno podía llevar lo que le apeteciera para luego poner todo en común. El caso es que de alguna manera tanto la "profe" como los habituales de las sesiones de alguna manera se han hecho querer también así que sí, me apetecia cocinar para ellos. Podría haber optado por comprar algo y ya está pero no, me lié la manta a la cabeza y me puse a preparar mi habitual brownie, sólo que ya metidos en faena, me dio por improvisar. Preparé en paralelo la masa del brownie y la típica del bizcocho de yogur y las repartí, juntas y medio revueltas, en dos moldes. No salió mal el invento. Lo que hice fue echar primero una capa de una, encima otra capa de la otra y, con la cuchara, mezclarlas una miajita, lo justo para que el bizcocho me saliera un poco "marbré". Uno de los bizcochos lo guardé para el siguiente evento. Para la fiesta de speaknic además me animé con una empanada (masa fresca de hojaldre comprada) de atún con pimientos y otras verduritas bien pochadas. 

Pero ninguna de estas es la receta que yo quería poneros hoy. Para el siguiente "evento" además del segundo bizcocho me apetecía llevar una tarta de queso que suele salir riquísima y es súper fácil de hacer. Ahí va la recetita:

Ingredientes:
1 paquete de galletas
mantequilla (y yo le añado leche para que quede más ligera, ahora veréis por qué)
200 grs. de queso blanco para untar
200 grs. de nata líquida
4 huevos
50 grs. de azúcar

Para la cobertura:
3 cucharadas de mermelada (aconsejable de frutos rojos pero al gusto)
3 cucharadas de coñac (o brandy o similar)
3 cucharadas de azúcar
3 cucharadas de agua

Preparación:

Se trituran las galletas y se mezclan con la mantequilla a temperatura ambiente (y ahí es cuando yo le pongo algo de leche también para formar bien la masa porque si no hay que echar una barbaridad de mantequilla) hasta conseguir una masa homogénea. Se unta un molde horno desmontable con un poco de mantequilla y se forra con la masa de galleta, procurando que quede bien lisa. Se reserva en el frigorífico.

En un bol se pone el queso, la nata, los huevos y el azúcar y se bate todo. Se vierte en el molde y se mete al horno precalentado a unos 180º hasta que cuaje. Cuando está listo (el palillo sale limpio) se deja templar un poco mientras se prepara la cobertura (mezclar todos los ingredientes en un cazo a fuego lento hasta que quede bien diluído) Se cubre con la mezcla y se deja enfriar. 

Ahí va la que acabo de hacer hoy (porque el otro día no estaban todos los que deberían haber estado y ya sabéis que yo necesito poca excusa para liarme en una de estas...)



Esta vez, como es para llevar, la he hecho directamente en un molde de estos de usar y tirar para llevármela tal cual. 

1 comentario:

Elena-Z dijo...

Cierto es que no se cocina igual para quien quieres que para quien te resbala, o para quien no quisieras tener en tu vida.

Cuando vivía mi madre y nos juntabamos en Navidad, aunque en esas reuniones estaban presentes también las personas que no me gustaría que estuvieran en mi vida, sólo por pensar en mi madre, me esmeraba a tope. Preparaba o procuraba tener preparado el menú con antelación, la lista de la compra, pensaba incluso en la decoración de la mesa, la forma de emplatar... Me hacía ilusión hacerlo... y no por prepotencia, como me acusó una vez una de esas personas con las que no quisiera tener que compartir ratos de mi vida... sino por cariño, porque me hacía ilusión... no sé... poner todo mi cariño en ese plato. QUé más de que de ese plato se hicieran 7 iguales... yo de algún modo cocinaba para una persona... es dificil de explicar. Pero en esa comida volcaba mucho de mi cariño. Quizá porque sé que cuando yo iba a su casa, ella actuaba igual. Porque así es como lo viví de niña.

Ahora que ella no está... y el porcentaje de "enemigos" en la mesa es mayor... sigo cocinando, sí. Es cierto que a la mesa se sentarán personas a las que quiero, además del enemigo... pero no es lo mismo. Es injusto quizá sentirlo así... pero así es como lo siento.

Con mi hija me gusta cocinar. "Cocinar con..." eso también merece un post... "cocinar con" también es importante... yo no cocinaría con cualquiera... buf, ni loca.

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